1.
No carguen peso innecesario: Pretendía irme a mochilear un año con 3 jeans, 2 shorts, 8 blusas, 1 vestido, 3 leggins, ropa interior, 2 vestidos de baño, sandalias, zapatos para montañear, ropa térmica, medias, cremas para la cara, bloqueador, shampoo, acondicionador, crema para pelo, entre otros. Ah y agreguen mi equipo de foto: 2 cámaras DSLR, 3 lentes grandes y pesados, 3 discos duros externos, computadora, cargadores, filtros, baterías, disparador externo, steady cam, trípode, y la lista continúa.
Caminar kilómetros durante meses con más de 20 kilos en la espalda no es bien. Así que cuando acepté la realidad, tuve que comenzar a dejar ropa tirada literalmente: en Noruega me deshice de los jeans, 1 short, 3 blusas, más adelante en España dejé 1 leggins, 2 blusas más. En París ya no lo soportaba y regalé otras leggins, una tienda de acampar, medias y dejé mi trípode perdido en el Palacio de Versalles. En Omán boté un bulto que tenía un año de uso y en el aeropuerto de Malasya me hicieron el gran favor de quitarme las cremas de la cara, el bloqueador y shampoo. Así que ya ven, los últimos dos meses sobreviví con 1 leggins, 3 blusas, 1 vestido de baño, cosas de higiene básicas en minibotellas que recargaba cuando necesitaba.
No pudo ser mejor, quise llorar al deshacerme de ropa que me gustaba mucho pero comencé a desapegarme de lo material. Aprendí a disfrutar la experiencia, la gente, saboreando los idiomas, la cultura. Con el peso, se fue el malhumor del cansancio.
2.
Flexibilidad de itinerario: Esto es algo que he mencionado en otros posts porque tener la posibilidad de cambiar la ruta permite que exploremos sitios o países que no sabíamos que existían. Recomendación o descubrimiento propio, el punto es que podemos llevarnos una grata sorpresa de ver algo espectacular. Así mismo si de casualidad pierden un bus, trenes o vuelos, no tienen el estrés encima de que el resto de reservaciones se van a desacomodar, lo que puede llevarles a costos altos ó penalizaciones.
3.
Comer bien: Que el bajo presupuesto no les limite la buena alimentación. Recuerden que para explorar un sitio, el cuerpo les va a pedir energía. Con cada clima y ambiente diferente, vamos a ir desarrollando defensas para adaptarnos. Ya de por sí los viajes son cansados y parte de sacarle provecho es rendir, sobre todo si hay trekkings exigentes ó actividades que nos lleven al límite. Además, creo que darse el gusto aprendiendo sobre gastronomía local no necesariamente es algo caro, depende mucho de qué tanto se tomen el tiempo para explorar los alrededores. Por ejemplo, en Camboya amé el Lok Lak y encontré sitios donde vendían el plato en 2$. En España, encontré un sitio donde una paella para dos personas salía alrededor de 10 euros (no está nada mal para ser Europa).
Les puedo decir que he estado en ambos extremos: he comido demasiado bien, tan bien que comienzo a subir de peso y he comido mal, tan mal que mis defensas bajaron lo suficiente para dejarme con una gripe por mes y medio. Tener bajo presupuesto no debería de ser sinónimo de morirse de hambre. Hay muchas formas de ahorrar y gastar lo mínimo y la principal es: cocinen, compren en supermercados o busquen mercados o sitios que sean frecuentados por locales, aléjense de lo turístico. No tengan miedo de probar cosas diferentes, la misma fruta puede tener un precio exorbitante o ser super barata dependiendo de la ubicación geográfica, adáptense a la oferta que es parte de de la experiencia.